El número de
empleados con los que cuenta el cine Imperial
refleja el bajón considerable de asistencia a las salas que se ha
producido en los últimos años y muestra que la época de crisis también se
traslada al ocio, afectando al sector. El Imperial a pesar de mantener sus puertas abiertas se ha visto obligado a reducir su plantilla progresivamente. Serra Gadea, Sarai una de las encargadas
del local, nos cuenta que hoy por hoy la plantilla es menos de la mitad que
cuando abrieron sus puertas en 2003 y nos explica como deben optimizarse los
recursos al máximo por tal de ofrecer el mejor servicio a sus clientes.
Actualmente
el Imperial cuenta con 13 trabajadores
en su plantilla, un número que puede parecer elevado para trabajar en el cine,
pero que no lo es tanto si reparamos en las múltiples tareas que deben
desarrollarse. Desde mantenimiento para que todo esté a punto a la hora de los
pases, hasta venta en el bar para que los clientes tengan productos de consumo
a su disposición. Otro aspecto a tener en cuenta es que muchos de los trabajos
a realizar pueden solaparse en el tiempo. La variación de la duración de las
películas que suele oscilar entre tiempos muy similares, provoca en muchas
ocasiones que si no se ha realizado un buen trabajo previo organizativo
coincidan entradas y salidas de espectadores, algo que va en perjuicio del
personal, en un recinto con capacidad de aforo de 1810 localidades que se reparten
en 11 salas diferentes. Junto a ello hay que pensar también en la organización
del personal, por tal de que todos disfruten de sus días semanales de fiesta y
sus vacaciones correspondientes, un rompecabezas que hace patente que aunque se
supere el día a día y se ofrezca un buen servicio en muchas ocasiones “haya poco margen para jugar“ y “estemos un poco cogidos con pinzas”
como nos explica Sarai.
La
adaptación que se hizo al nuevo espacio que ofreció el Ayuntamiento durante la
reconstrucción del nuevo local, también es significativa a la hora de trabajar,
puesto que es poco habitual encontrar un cine en que sus salas se repartan
verticalmente hasta en tres pisos diferentes. Este hecho hace que las cabinas
no estén todas situadas en el mismo lugar y que haya que moverse con frecuencia
por tal de supervisar constantemente que todo funcione correctamente. Debido a
esto lo mejor es contar con 2 operadores (los que tiene el Imperial), puesto
que cualquier problema (fallos de volumen, imagen, luces…) que haya que
solucionar deja sin supervisión el resto de maquinaria en funcionamiento. Sarai cuenta que “uno
es arriesgarse bastante” pero tanto las fiestas pertinentes para cada uno
de ellos como el volumen de faena, que no deja cabida a que pueda disponerse de todo
el personal que se considera necesario, hace que en algunas jornadas no
dispongan de ambos.
Entre
ese personal además de los dos operadores con los que cuenta la plantilla, Jordi
i Albert, encontramos a porteros, taquilleros y personal de bar. Su encargada
Sarai nos explica que “aunque se hacen
contratos específicos es natural dadas las circunstancias referentes al volumen
de personal que los trabajadores puedan rotar por los diferentes puestos en
función de las necesidades del momento”. No es habitual ver a más de una
persona en taquilla, aunque la misma está preparada para albergar hasta 4, y
tampoco rompiendo entradas, salvo que la cola que se produzca así lo requiera.
Más significativo es lo del bar. El imperial está preparado para que cada uno
de los pisos tenga su propia barra y así distribuir la faena, pero actualmente
solo se encuentra abierta la barra central en la que podemos encontrar 1 o 2
personas dependiendo del día. La barra central es elegida por dos motivos,
porque todo el público, vaya al piso que vaya, pasa por delante y actúa como
reclamo y porque así se controla que los asistentes no vayan a pisos donde no
les corresponde puesto que solo acudirán en caso de que su sala esté ubicada en
dicho lugar, algo que sabe de antemano el personal que conoce que salas están a
punto de comenzar a reproducir sus pases. En cuanto a los porteros se trata
de facilitar su trabajo, ya que hay que preparar las salas para que estén en
condiciones entre pase y pase y se intenta en la medida de lo posible que puedan
cortar los tiquetes con un margen para facilitar la compra en el bar. Así, si
las proyecciones no se inician y finalizan en horas coincidentes, se puede
realizar una transición entre sesiones de manera más armónica y comprobar las salas antes de queden vacías de
manera más adecuada sin que se produzcan altercados.
Jornadas laborales
Jornadas laborales
Las
jornadas de trabajo comienzan alrededor de las 15h. A la entrada además de
preparar las proyecciones hay que supervisar que tanto luces, como aires o
calefacciones (dependiendo de la época del año) funcionen correctamente,
preparar la caja y comprobar que el personal de limpieza que acude por las
mañanas haya dejado todo en condiciones, especialmente que los servicios estén
adecuados para su uso. Así, como cuenta su encargada Sarai, las sesiones suelen
extenderse más de 8 horas. Se inicia el trabajo una hora antes de los
primeros pases y media hora antes de la apertura de cara al público (15.30h), y el
personal revisa que todo esté en orden y
pone a punto lo necesario, y las últimas películas suelen acabar pasadas las
0:00 h, la hora de marcharse. Para Sarai se extiende un poco más tras
la comprobación sala por sala de que todo se cierra en orden, de que no queda nadie,
y tras enviar diariamente los datos de las cifras obtenidas a ACEC (Área
Catalana d’Exhibició Cinematogràfica) y Nielsen EDI empresa de captación de
datos y creación de informes de taquilla diaria en tiempo real, para el ministerio de Cultura.
Cabe
destacar que como nos cuenta, todos los días no son igual de fuertes.
Especialmente flojos suelen resultar los lunes y los jueves mientras que los
martes (día del espectador en Sabadell) y el fin de semana aumenta la faena.
Sarai expone que “Se suele seguir un
patrón de trabajo habitual porque se dispone del personal justo con sus días”
y aunque el personal no se dobla para esas jornadas de más trabajo sí que se
intenta disponer de todos los efectivos en relación con los días menos
prolíficos que suelen aprovecharse para repartir descansos.
Y
por las mañanas aunque el cine permanece cerrado de cara al público, también
encontramos a un trabajador que forma parte de la plantilla. Esteve, jefe de
mantenimiento, se encarga de realizar todas aquellas tareas que no pueden
hacerse de cara al público. Así se aprovechan las mañanas para las reparaciones
relacionadas con el local, tiempo también en que acude la empresa de limpieza
contratada.
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