El Imperial, así
como su homólogo sabadellense el Eix Macià, ultiman su puesta punto tras
equipar todas sus salas con tecnología digital, un proyecto con vistas hacia el
futuro que dejará de banda las reproducciones tradicionales mediante el rollo y
la lente.
El
cine digital no es una novedad, sin embargo el paso que dio la industria
cinematográfica hace ya una década se ha ido introduciendo poco a poco y tímidamente en
las salas españolas. Durante los últimos cuatro o cinco años se ha dado el
impulso definitivo para instalarse ya de manera absoluta en muchas de ellas. A
pesar de haber tardado más de lo esperado, la digitalización ya camina hacia
copar todos los cines. El Imperial, que está adaptando todas sus salas desde
hace un par de semanas, viaja definitivamente a una nueva manera de proyectar
cine, mediante un sistema al que habrá que adaptarse como fruto de una
renovación exigida por las condiciones del mercado actual.
Algunos se plantearían seriamente si renovarse o desaparecer debido al
desembolso que supone equipar cada una de las salas, sin embargo la alternativa
tomada en la ciudad vallesana, hará que los sabadellenses puedan disfrutar en su ciudad de un nuevo
tipo de cine de mayor calidad visual. Las proyecciones digitales no son
más que una versión computarizada de la película en la pantalla, algo que las
hace ganar en definición además de que preserva el estado de los films a medida
que se suceden los pases, ya que estos no se deterioran. Para entenderlo, la
mejor comparativa es decir que las proyecciones responden a un sistema similar
al que un usuario puede realizar en su pc, ya que se trata de una reproducción
de archivos pero a gran escala. No se sucederán por lo tanto problemas como las
ralladuras, el deterioro de color o incluso las clásicas quemadas que la lente
podía producir en el rollo. Tampoco hará falta empalmar los mismos, uno tras
otro para reproducir el contenido completo de una película. La encargada del Imperial Serra Gadea, Saria expone que "Salvando las
distancias es un salto de calidad visual tan importante como el que se produjo
cuando el DVD hizo desaparecer del mercado al VHS".
A pesar de la incorporación de siete nuevos proyectores este último mes, el cine
Imperial ya había tenido contacto con esta nueva metodología. Los primeros
proyectores se instalaron hace
aproximadamente cuatro años y se alternaban ambos métodos de proyección.
Sin embargo tal y como explica Sarai la norma general indicaba e indica que el público desconoce el significado real de una proyección digital. Tal era la cuestión que en taquilla dejó de
indicarse las proyecciones que eran digitales, debido a la confusión que
generaba en el espectador sobre todo tras la aparición del 3D, que por otra parte según la opinión de la encargada sirvió como
excusa para implantar el formato. Este último si se indica porque el precio del
pase varía, aunque últimamente no aparecen tantos films en 3D. Así hasta hoy
se iban incorporando las películas en ambos formatos, la decisión de cuales
llegaban al cine de una manera u otra iba en función del mercado y las ofertas
de las distribuidoras. Las más importantes generaban un mayor número de copias y dejaban más maniobra a la
hora de elegir, pero hoy prácticamente todas trabajan en su totalidad con los
discos duros rígidos para el sistema moderno, quedando el rollo de 35 mm para
algún caso excepcional. Este hecho hace que la poca falta de elección por parte de ACEC (Área Catalana d'Exhibició Cinematográfica) y mediadora entre distribuidoras e Imperial y otros cines, sea el principal
motivo de la decisión tomada. Tanto es así, que Sarai explica que "desde hace dos años
aproximadamente, muchas de las empresas que trabajaban en la fabricación de
rollos de 35mm han cerrado sus puertas". El proceso para realizar un DCP
(Digital Cinema Package) es mucho más económico. Uno de los aspectos que más
agradecen los trabajadores es el desplazamiento del nuevo sistema, que hace que
se gane en comodidad, otro hecho determinante que hará que el rollo de 35 se
convierta dentro de poco en una reliquia similar a los vinilos. Además el nuevo
formato permite que una vez instalado su contenido se reenvíen los discos y así
se puedan reutilizar.
Un
tema de mucho peso y que ha adquirido importancia a la hora de que los
distribuidores optasen por este nuevo sistema, es el sonido. A pesar de que el
sonido ya era digital, el audio, ahora si sale directamente del servidor, puro y
sin comprimir, de manera que la fuente actual es la mejor de la que los cines han
dispuesto hasta el momento.
Aunque
el cambio es inminente y total, el Imperial conservará dos o tres máquinas de
35mm, y guardará el método de reproducción tradicional, para estar preparados
por si aun llega alguna
copia en este formato y para momentos ocasionales como los pases de las
películas de cineclub o alguna película antigua que se reproduzca eventualmente.
Quedarán así para uso totalmente esporádico, pero realmente pasará en muchos
cines, ya que aquellos que a partir de 2015 no decidan dar el paso hacia la
digitalización podrían no superar la falta de entrada de copias. Aunque es solo
una teoría, puesto que el camino hacia una digitalización total se busca desde
hace ya unos años, no es menos cierto que ya existen problemas reales a la hora
de adquirir películas en formato 35.
Nuevo proyector de cine digital. Cine Imperial |
Antiguo proyector cinematográfico de 35 mm. Cine Imperial |
Las desventajas
Todo pueden parecer ventajas pero no es así. Además de la costosa inversión (los proyectores son caros per se independientemente de la calidad de cada uno)
ya que el precio puede alcanzar o superar lo que sería el sueldo medio de un
trabajador durante seis o siete años, existen otros contras que deben tenerse
en cuenta. Uno de ellos es que el espacio donde se ubican estos potentes
“ordenadores” debe estar suficientemente fresco o ventilado. Aunque puede ser el mismo donde se situaban los antiguos
reproductores es muy aconsejable, por tal de preservar el material, que no existan recalentamientos en la maquinaria que requieran
llamar a un técnico. Porque ese, es el mayor de los hándicaps, cualquier
problema que aparezca no puede a priori ser solucionado al momento. Si la
proyección salta por algún motivo, el operador no solo no posee unos recursos
adquiridos para los que si optaba con el rollo, sino que no está permitido
manipular las nuevas máquinas fuera de la supervisión de un especialista. Así,
si ocurre algo durante una proyección, no queda más que informar a los
espectadores y compensarlos de alguna manera por las molestias que se les pueda
haber causado, buscando una solución favorable al cliente. El tema de la luz
también es muy recurrente. Aunque los cines suelen estar preparados con
alternadores de energía adicionales, el nuevo sistema, al contrario que su
ancestro, está sujeto a posibles cortes de luz.
Algo
que Sarai nos explica que tampoco se conoce y que genera cierta incertidumbre es el hecho de saber
si este sistema tendrá una gran vida como su antecesor, o si en una época de
continuos cambios, aparecerá un sistema superior que lo entierre de inmediato.
El gasto que supone para una empresa que se atreve a dar este paso hace pensar
que las bases están claras y que el sistema perdurará en el tiempo, pero nadie
puede afirmar a ciencia cierta que eso será así.
El
otro tema importante es que viajamos hacia un cine que necesite menos personal.
La comodidad para el transporte, montaje, desmontaje y la facilidad de ejecución (tanto porque la
película se reproduce continua de principio a fin sin necesidad de hacer nada,
como porque el sonido va incorporado) junto con todo lo comentado, hacen
que el papel del operador no sea fundamental en el proceso como sucedía hasta
ahora. Sin duda y debido a toda la mecanización que sufrirá el Imperial, se
trata de una nueva era.
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